jueves, 28 de febrero de 2013

Infancia.

¿Sabes? Estos días me la he pasado pensando en ti, y todo desde el día en que Adrián y yo fuimos por un helado. 
Nos la pasamos toda la tarde juntos; hablamos del clima, del aumento en el transporte, de las aves de mi abuela, de comida y principalmente de películas. Resulta ser que es su tema favorito de conversación. Me ha recomendado unas cuantas películas extranjeras de nombres muy extravagantes, que sin la menor idea de cómo se escribían los títulos he prometido ver.
De camino al coche pasamos por la librería del centro y nos decidimos a echar un vistazo por si había algunas novedades. Entre algunos títulos recomendados por la señora miope que atendía, me he decidido a comprar “El violinista en el tejado”, por supuesto que no he comenzado a leerlo, ya que tengo una pila enorme de libros que debo terminar y he dejado abandonados estos últimos meses.
Ya de regreso a casa, los temas de conversación estaban casi agotados. Nos quedamos callados y hubo un momento en el cual el silencio comenzó a ser un poco incómodo, daba la sensación de que el carro se encogía y el aire era denso, me di cuenta de que era la primera vez que no tenía nada que decir.
Adrián tenía puesta la radio en la única estación que consideraba decente y como la música no era de mi agrado baje el volumen hasta dejarlo en cero, esperé una respuesta de su parte, pero tenía la vista al frente. Lo observé muy detenidamente por unos segundos para ver si así podía forzarlo a romper el silencio con algún ¿qué?, pero él iba concentrado en el camino y entre las cosas que supongo traía en la cabeza no se percató en ningún momento que lo observaba con tanta desesperación.
-¿Qué es para ti la vida?- Le solté de repente. En realidad no quería saber la respuesta, pero supuse que era tal vez una buena pregunta para comenzar a charlar de nuevo. Me miró de reojo y permaneció pensativo durante dos semáforos en rojo, que me parecieron algo más que una eternidad. Cuando por fin habló, se encogió de hombros y sin mirarme dijo: “La vida es simplemente una propiedad de un tipo de materia específico y no hay más, me molesta que la gente se enajene tanto con una duda tan boba.” De todas las respuestas que estaba imaginando en mi cabeza, en ningún momento creí obtener esa. Sus palabras fueron directas y cortantes, no me atreví a contradecirlo. –Cierto- Dije en voz baja y fingiendo una sonrisa volví a subir el volumen lo suficientemente alto para dejar claro que había terminado la conversación. Él tampoco hizo un intento por seguir la plática, así que el poco trayecto restante se dio entre música country de los 60’s y el ruido del viento helado entrando por la ventanilla trasera. Llegamos por fin a mi casa, nos despedimos con la urgencia de alejarnos del momento y de frente al portón, me quedé parada hasta que vi desaparecer el carro unas calles adelante. Adrián siempre ha sido un poco huraño, pero nunca lo había sido conmigo. Bueno, supongo que como dice la gente, “siempre hay lugar para una primera vez.”
Me quedé toda la noche despierta pensando en si Adrián tenía la razón y entonces yo soy boba por pensar en estas cosas y la vida es simplemente una propiedad de la materia. Pero es que a veces me parece más que eso. Principalmente cuando pienso en ti y en todas las cosas que nos pasaron desde el primer día en el que vi el lunar en forma de caracol de tu brazo izquierdo, esos días cuando llevabas tu overol y tu camisa roja a todos lados, cuando creías que eras un superhéroe y te amarrabas las toallas de tu abuela al cuello para volar. La pasábamos lindo en nuestro pequeño mundo, lleno de todos esos dientes de leche que obligábamos a caer en cuanto flojeaban, sólo para recibir la generosa recompensa de 5 pesos que nos daba el ratón de los dientes por las noches. Tú y yo siempre seremos todos esos refrescos en bolsita y con popote que nos tomamos en las tardes de verano, imaginando que las nubes eran cosas, muchas cosas, menos nubes.
Las casas del árbol que construimos juntos, nuestros papás sonriendo al fondo mientras corríamos por toda la playa buscando tesoros, y ni cómo olvidar la vez que sentí miedo de ser abandonada, que fue la primera vez que fuimos a preescolar. Me quedé llorando en la puerta porque mi madre se había ido y tú viniste a abrazarme y a prometerme que nunca me dejarías sola. Luego me defendiste de todos esos niños abusivos en los columpios, te suspendieron dos días por haberlos golpeado y cuando volviste te tomé la mano durante todo el recreo, y te dije que seríamos amigos para siempre. ¿Ya no recuerdas las vacaciones que hicimos juntos? Cuando visitamos el zoológico y una jirafa lamió tu cara, luego tu padre nos compró esos graciosos sombreros de Tucán que aún conservo en la repisa.
Cierro los ojos y me acuerdo también cuando las noches dejaron de gustarte y no querías volver a tu casa porque de pronto todos esos monstros horribles de los cuentos de terror invadían tu cama y no te dejaban dormir, te hacían todas esas marcas feas en la espalda y los brazos que arruinaban el singular lunar de tu brazo izquierdo. Entonces yo decidí que debías escapar a mi casa y todas las noches te escabullías por la ventana para refugiarte bajo mi cobija de vaqueros. De eso nunca nadie supo porque era nuestro secreto de mejores amigos.
Tú limpiaste mis lágrimas tantas veces que yo no sé porque no me dejaste hacer lo mismo por ti, como la vez que salvamos un gatito de morir y quise llevarlo a casa, pero mamá me gritó y me dijo que jamás, ¡jamás! podría tener un gato.
Entonces yo creí que mamá nunca iba a querer una mascota, y ahora Lady Catherine se pasea por la cocina meneando la cola para que le den alimento. Es la gata más gorda que he visto, estoy segura que le harías muchas bromas si la hubieras conocido.
Mi abuela dice que todo cambia de a poquito y me acuerdo que al tiempo que alejaste a los monstruos de tu casa dejamos también de trepar a los árboles, y comenzamos a preferir sentarnos a platicar o escuchar música, un día pensaste que sería buena idea tocar la guitarra, te aprendiste todas mis canciones favoritas.
Fue entonces que yo te regalé en san Valentín una carta con un corazón y tú me escribiste poesía de la más bella que he leído, pero dejaste de escribirla sólo porque tu padre dijo que era estúpido y no te llevaría a nada. Y desde que escuchaste esas palabras, siempre estabas triste o enojado, siempre hablando de escapar, con tantas ganas de estar solo. Ya no salías a la esquina a platicar o escuchar música, tuve que enviarte una carta con tu hermana pequeña donde te decía que quería que escapáramos juntos, de verdad que lo quería, pero tú no respondiste. Pasaron 5 semanas y cuando volviste a salir ya no lo decías y hablabas muy poco y cuando yo te quería abrazar tú no lo permitías, porque decías que llorar no te gustaba.
Por eso es que no pude entender porque cuando leí tu carta estaba mojada y no viniste a casa a que yo te salvara como cuando éramos niños. ¿Por qué dejaste de escribir poesía? Hubiera colgado todos tus poemas en mi refrigerador, como cuando mi madre se siente orgullosa de algo y entonces va y lo pega ahí para que todos lo vean. Todo mi refrigerador estaría lleno de tus poemas. Y si no cuelgo tu carta, es solamente porque es lo peor que has escrito. Aunque algunos días ni siquiera piense en ti, tengo la impresión de que estoy viviendo algo ya escrito y me da la sensación podrida de estar en pausa. Hace mucho que no tengo uno de esos días cuando uno se despierta y siente que le regalan una bandejita de acuarelas para poder hacer las cosas a su antojo, entonces te pones un poco liberal y un mucho soñador. Hoy, por ejemplo, Me he levantado temprano y sin moverme de la cama prendí la pc, busque algunas noticias, bebí el té y de pronto me dio la impresión de que ya sabía que iba a suceder este día.
Y supongo que así te sentías tú siempre, porque escribiste en tu carta con la letra más grande que pudiste: “VIVO EL MISMO CICLO PODRIDO Y SÒLO ASÌ PUEDO ESCAPAR” Y para hacerlo te metiste al baño por la noche y te diste un corte en cada una de tus muñecas, porque esa fue la manera que elegiste de escapar. Acordarme de eso me desaparece por consecuencia las ganas de levantarme.

Pero luego me acuerdo que hay gente que espera que esté sonriendo y que tenga ganas y creo entonces que mi día no es una cosa tan seria, porque mi primito Fidel ya sabe escribir algunas palabras difíciles, como: maleta, papalote y espuma. Y le dado un excelente y un beso, le he dicho también cuanto me hace feliz que le guste venir a estudiar…
Tú no te acordaste de mí y eso no te lo perdono, porque escribiste todas esas palabras que quisiste escribir, me quebraste… no pensaste en que yo por siempre he querido salvarte, y que tú prometiste no dejarme sola nunca, me abandonaste porque ya no soportabas estar aquí y nunca sabré si entonces tampoco me soportabas. Y eso me duele, porque yo siempre te quise a mi lado.
Pero bueno; No todos los días puede tener uno las ganas de vivir, a veces nada más tienes que intentar echarte a la corriente y tener la esperanza de que en el trayecto algo te despierte y te haga hacer más cosas que simplemente existir. Yo te extraño, te extraño mucho, pero como veras las cosas han cambiado y ahora puedo quererte un poquito, puedo pensarte y sonreír. Y para que lo sepas, no me importa si la vida es una propiedad de la materia o no, porque lo único que me gusta de la vida, es que siempre habrás de cambiar, a veces aunque no lo quieras.

Cosas

Las cosas no tienen mucho sentido. La gente que conozco ya no es la misma de antes, y no sé si te has dado cuenta, pero ya todos hacemos cosas de adultos. Crecer siempre va a ser parte de morir y la muerte siempre será un tema que cause un pequeño piquetito en el estomago y te ponga a pensar cómo será tu final. Algunos finales son lentos, en camas de hospitales. Otros son impredecibles y fugaces, como la muerte de la señora de la tiendita, Doña Crucita. Pobre, un día fue a comprarle ropa a su viejo y ya no regreso. La tropellaron cuando iba cruzando la calle, nunca supieron quién. Fue una noticia muy grande en el barrio, Las señoras iban a tomarse el café de la mañana con las vecinas con la boca llena de chismes y habladurías de la pobre difunta, mucho: “Era tan buena..” . La cosa es, que cuando sabes de una muerte de esas, no puedes evitar pensar que puedes estirar la pata en cualquier momento y te pones a pensar en lo malgastada que está tu vida (como si hubiera un modo correcto de gastarla) y todo lo que quisieras hacer pero la tele y la computadora no te lo permiten. Don Tomás, su esposo, quedó muy triste y más solo que nunca, solamente eran ellos dos, sin hijos, ni gatos. Cuando le avisaron de la muerte no lloró ni dijo nada, se metió a su cuarto y las vecinas chismosas iban a dejarle comida por la ventana para ver si podían sacarle algunas palabras que pudieran repartir por la colonia, pero el viejo ni las gracias daba. No fue al velorio, ni al funeral, ni al novenario, solamente salía de su cuarto para hacer las necesidades básicas, y cuando nadie lo veía. Pasaron 3 semanas, y ya cuando por fin salió, no hizo mucho. Saco unas cajas llenas de libros al patio y sentado en una poltrona, se empeñó en rebuscar entre la poesía las palabras ultimas que Doña crucita le debió haber dicho de saber que iba a morir, esto porque Don Tomás pensaba que no hay nada más triste en la vida que no decir unas buenas últimas palabras a la gente que quieres. Y el sabia cuanto su esposa lo amaba, pero como él nunca fue una persona amorosa, (todo lo contrario de Doña Crucita que era un Panecito de dulce), decidió buscar entre esos libros. Pero no era buscar entre cualquier poesía, sino entre la poesía escrita en el año de 1972, que fue el año en el que según lo que me contó, se dio cuenta que la iba a amar para siempre. La situación me conmovía hasta la médula y no sé que era, pero me gustaba pasarme algunas tardes sentada en el patio rebuscando entre la poesía algo que Doña Crucita hubiese dicho, le leía algunos fragmentos convencida de que mis palabras y mi habilidad en la declamación lo harían derramar la lagrima, pero era más difícil de lo que creía, pues ningún verso le parecía suficiente para abarcar el amor que ellos se tenían.
Pasaron tres meses y él se rindió. De la nada. Solamente dijo: “Ya, vete” Me regalo unos libros de Jaime Sabines y me pidió de favor que ya no fuera a su casa porque no quería que alguien le insistiera por levantarse de la cama o lo obligara a fingir buenos modales. De hecho me trató bastante grosero diciéndome que a él todo le valía un reverendo pepinete y me fuera rápido o me iba a dar una patada en el culo que me iba a dejar jodida por semanas enteras. Me fui sin hacer ninguna objeción. ¿Quién puede ganarle a la gente vieja? Son las personas más tercas que conozco después de mi mamá, así que sé muy bien cómo lidiar con eso, hay que quedarse callado. Al otro día me enteré de que Don Tomás había muerto de una causa meramente natural, me impacto la noticia un poco, pero la gente nunca lo ve como una tragedia porque la gente vieja “ya está mas pa ya que pa acá”. Aunque yo creo que murió de derrota por aquello de no encontrar lo que Doña Cruicita debió decirle antes de morirse.
Las últimas palabras apestan. Las ultimas de Don Tomás hacia mi fueron crueles, apestosas a viejo, ensalivadas y groseras. Pero vamos, el viejo era muy bueno para charlar y me enseñó muchas cosas. Me caía bien ¿Por qué querría yo definir toda nuestra relación en unas malditas últimas palabras? Incluso ahora que las recuerdo las pienso divertidas. La vida no es un cuento de esos que acaban con un problema resuelto y fin de cualquier drama para dar una felicidad larga y tendida. La vida te da patadas en el culo que te joden y te dejan bien jodido por semanas enteras como decía Don Tomás y un día cualquiera te termina jodiendo tanto que ya nunca te levantas, pero aun así existes y sería más estúpido quedarte ahí sin hacer nada, el hombre ha inventado toda esta sarta de tarugadas y cosas bellas para pasar ese tramo del nacer a la muerte y no siempre habrá finales felices ni estructurados, He escuchado que hay gente que se muere de estornudar o de tirarse un pedo y eso es fugaz, como todo lo que existe, a veces sin sentido y sin chiste. Así son las cosas, no todo lo que nos han dicho es verdad.

BLAH.

No me gustan las personas, o somos muy iguales y por eso las repelo o soy una completa desequilibrada. Los días los vivo en una capsula que cambia de color y nada puede tocarme. Pero tampoco puedo sentir muchas cosas de allá afuera. Por eso es que no hago otra cosa mas que comer y dormir. Las personas están hechas un completo revoltijo, son el eco de un bebe vomitando a chorro, son excremento en mi zapato. No quiero que nadie me toque, no quiero que me ayuden a construirme o vengan con sus ideales torpes a destruirme, sólo quiero quedarme aquí.
Se que siempre digo nada, pero hablo mucho para no escucharlos, no soporto ver como mastican con la boca abierta o se les resbala la grasa por toda la cara. No soporto ver los dientes mazudos por la mañana o la peste de sus axilas. Me dan asco los abrazos en verano y las ganas estúpidas de llamar la atención. ¡Hey miren todos lo que acabo de comer! ¿Ya vieron en donde estoy en este momento? ¡Miren lo que acabo de comprar! ¡Soy todo un alcohólico! ¿Ya vieron lo rebelde que puedo ser? ¿Soy cool?
Tuerzo la boca y pienso que su vida debe estar bien cagada. Jamás expondría mis porquerías con tanta emoción, si con eso solamente obtengo tener un lugar entre tanta basura. Espero que la gente no sea así de patética para toda la vida, porque ya no se cuanto mas voy a soportar. ¿Ya viste que hay mejores cosas en el mundo que tu insípido interés por presumirle a la gente lo grandioso que eres?
Las cosas están jodidas, tal vez mas que antes y mas que nunca. Espero que lo anterior solo sea una blasfemia.

Mi media pastilla.

Pero entonces me llamaste y dijiste con una voz muy bajita, "Hey nena a veces me haces falta, te quiero adornar con besos la espalda, vuelve por favor, te extraña Copèrnico y la almohada. ¿Dime con quien he de hablar de esas teorías tan locas que inventábamos cuando estábamos flotando?".
Podría volver algún día, tal vez pronto. Pero tendrías que llenar de Hachís el aire y cerrar las persianas para que nada se nos escape. Podríamos recostarnos en la cama y mirarnos a los ojos mientras suena Elvis gargareando "You were always on my mind, you were always on my mind" mucha cerveza y un buen blues. Brochetas de pollo y pimiento. Tendríamos que drogar a Copèrnico también para que no comience a arañarnos y luego viajar todos juntos.
Me gustaría volver, ya sabes. Pero las cosas están muy calientes aquí. Si descubren que me has llamado de nuevo nunca podrás visitarme otra vez. Quiero salir e inyectarme toda la heroína de este maldito mundo. ¿Por que no me salvas? Aquí te tratan como a un demente, como si nadie estuviera loco mas que tu.¿Que no ven que todos estamos locos? Es raro.
Nosotros existíamos de una mejor manera, vaya que lo hacíamos, arrojandoles piedras a los coches desde la azotea o embriagándonos en cualquier lugar. Tu me hacías existir. Si compras drogas suficientes y no te las jodes prometo intentar escaparme.¿Puedes hacer eso por mi maldito drogadicto? Perdón. Mira, llámame pronto. Pero no demores demasiado porque las ganas me tientan a matarme, tengo que colgar.
Cuando deje el teléfono me di cuenta que mi mano estaba muy delgada. Ya eran casi dos semanas sin fármacos y era pura mierda. Quisiera poder ahorcarme hasta sentirme flotando, le lamería el pito a cualquier guardia por una pastilla, maldita sea. Yo podría estarme inyectando felizmente en la azotea si nunca hubiera tenido ese maldito muerto en mi vientre.
Podría lamerle el pito a cualquier guardia por una pastill o incluso un cigarrillo.. ¿Hola? ¿Hola? Solamente quiero hablar con alguna persona.

Olvidarse.

De repente te sorprendes pensando que estas estancado en tu vida. No haces nada nuevo, ni sientes ganas de hacerlo. Te sabe igual cualquier comida y estar dormido es la mejor opción para pasar cada una de tus tardes. Te dan igual los amigos y la música, hace mucho que no te paras a hablarle a la del espejo.
La gente te juzga y tienes problemas de plata y otras porquerías.
Toda la vaina esta fregada y tu no encuentras razón alguna de existir, entonces caminas casi igual que todos y actúas casi igual que todos, pero cuando estas solo te pones a llorar, todas las putas noches la misma vaina. Me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir.
Todos tienen miedo de ser unos fracasados pero no te esfuerzas por ser diferente, desde hace mucho que no sabes ni como eres y cuando tienes la oportunidad de dibujarte te quedas pasmado sin humor de nada sino solamente tal vez de estar en la computadora o estar en pijama todo el día. Quieres plata, quieres amigos, quieres una pareja, quieres ser el mejor, pero por alguna razòn no puedes lograr nada de lo que a veces pasa por tu mente, porque sigues haciendo exactamente lo mismo.
¿Pero cómo demonios es que la gente se levanta un dia y no es la misma? ¿Hay que levantarse con los dos pies al mismo tiempo? No entiendo, dime.
Yo soy mi peor enemiga y me estoy tumbando todas las oportunidades, yo soy mi peor enemiga y no se como huir de mi.
Tengo miedo de fracasar e inconscientemente escribo en cualquier lugar que pueda rayar estas estúpidas palabras : "Estoy atrapada, si alguien sabe como quitar el candado ayúdeme, quiero ganas."
Y nadie responde porque nadie sabe que soy yo, nadie me escucha, todos van por la calle viviendo su vaina loca y siendo sus peores enemigos de vez en cuando. Algunos saben entenderse pero no se porque la del espejo y yo no tenemos el mismo idioma, no se porque la del espejo y yo aunque llevemos 20 años viviendo juntas no nos conocemos ni un poquito, no se, no es sano tampoco querer arrancarse el alma, solamente quiero encontrar un sentido para dejar de andar por ahi nada mas existiendo.
Yo antes era un atrapa-sueños, ahora soy un objeto sucio y empolvado que intenta suicidarse en cada ráfaga de viento. Es triste, pero sí, me olvide de mi.

Mi padre y yo.

En algo así como un mes, voy a cumplir mi primer tercio de vida. Y digo mi primer tercio por aquello de que la esperanza de vida esta apenitas sobre los sesenta. No me sorprende que a mis veinte años no haya aprendido casi nada de la vida, soy consciente de que todavía me sigo comiendo las uñas y cuando nadie me ve, algunas ocasiones me saco los mocos. A diferencia de muchos, y justamente igual que algunos cuantos la relación que mantengo con mis padres (especialmente mi papá) es un hielo. Durante toda mi vida he cambiado físicamente. Primero era muy chaparrita, luego muy gorda, tuve dientes gigantes y chuecos, un corte de cabello horrible, un fleco entero mal cortado por mi misma, luego me puse muy delgada, no tenia chichis (todavía espero que crezcan), me hice un fleco de lado y peine de coleta,me pusieron brackets y en un ataque depresivo me los arranqué, volví a subir de peso, remate con el típico corte de "EMO" en los tiempos del metroflog (una página social bastante usada cuando iba en la secundaria) y aterricé en una persona a quien le da pavor ir al estilista (si, mi sueño es tener el pelo largo). Y esas son apenas algunas pequeñas cosas que cambiaron en mi físicamente desde los diez años, pero la relación con mi familia se pudrió cada vez más desde exactamente esa misma edad. A veces pienso que si mi papá nunca hubiera hecho todo lo que hizo nadie hubiese salido herido y pudiéramos ser felices, juntos. Pero creo que nadie quiso pedir perdón y fue tanto el odio que acumulamos que se nos olvido que compartíamos el alma. Realmente lamento el hecho de saber que ya no volveremos a ser aquella familia que iba los domingos de paseo, cuando íbamos al supermercado a comprar regalos por mi cumpleaños, cuando poníamos un arbolito todas las navidades y lo que mas me encantaba, que era que me contaran todos los días un cuento para dormir. Ya se que crecí y que piensen que un "adulto" no necesita cariño es una maldita estupidez, piénsalo, a lo mejor al igual que yo tu sentiste que te obligaron a crecer. Y por eso yo también quiero que de vez en cuando me digan que me quieren y que el día de mi cumpleaños me canten las mañanitas. ¡A la mierda los regalos! Ya me estoy haciendo vieja y tengo miedo que el grosor de ese hielo siga creciendo y que me arrepienta de no haberlo trozado cuando todavía era frágil. ¿Pero supongo que serìa mas fácil si ustedes también se dieran cuenta de la gravedad del asunto no? Imagina el futuro por un segundo. No quiero que el día en que te estés muriendo sea el día que podamos pedirnos perdón.

Oxidada

Tu eres como un baile, nada serio. Cerveza de barril en vasos de plástico, cigarros Fontana, zapatos sucios.
Por los domingos me doy cuenta que todo esta bien jodido a mi alrededor. No hay dinero, no hay amigos, no hay tiempo, no hay sexo, no hay ganas, no hay palabras, no hay amor. De cualquier manera me levanto y camino descalza por la casa, hace calor y apenas son las 11, que puta mierda. Enciendo un cigarrillo y al café le pongo hielo. En la tele todo parece tan patético, como siempre. Veo unos chismes de famosos mientras escucho que afuera alguien lava su carro con corridos de calibre 50. Cierro la puerta y me tiro al piso, busco a un familiar, a un amigo, un alma. Me quedo ahí, muy fría entre el caloròn de agosto. Muy apagada, sin hambre, sin sueño. Lo único que tengo son pensamientos. Estoy contenta de conservar algo al menos y de ser únicamente una cosa, me alegro sea mi cabeza oxidada. Me aburro.. Le canto una canción de Marco Antonio Solis al abanico y me acuerdo de mi infancia y el baile de los gorilas. Lo bailo. Me quito la ropa. Me como un hielito de jamaica y hablo en ingles. No me gusta hablar ingles porque siento que no me queda. Menos mal que nadie me escucha, ¿Alguien me escucha?, Estar sola no siempre es divertido. ¿Donde estas?. Nadie me prepara pasteles fríos tan deliciosos. Cierto, nadie. Solamente tu te metías en esta mugrosa cocina a crear. Me dan asco los platos sucios. No se porque estoy llorando otra vez, pero creo que no tendremos nunca nada serio. Si, se que no tenemos nada serio, pero los domingos me gustaría que te quedaras a cocinar y a rascar el brazo del sofá. Me hablarías de pink floyd y de esa música electrónica que no entiendo. Quisiera que te quedaras y te fueras mañana. Ya sabes lo que pienso, los lunes no son un buen día para los enamorados, ni siquiera para nosotros.

Mi tía María

Posiblemente yo sea una de esas personas a las que le gusta llorar por todo o en un termino mas lindo, muy sentimental. La verdad es que conocía muy poco a la Tia Maria, la había visto algunas ocasiones cuando venia de visita a casa de mi abuela junto con dos hermanas mas: Pachita y Juanita. Las cuatro se sentaban a tomar café en la salita del porche y platicaban asuntos de la iglesia y de la vida. La tía Marìa era la mas elegante de todas. Tenia siempre unos collares muy ostentosos (de colores muy llamativos y brillantes), el pelo corto al estilo de los 40's, los dedos llenos de anillos y su ropa era muy fina, siempre adornada con algún lindo broche.
Me gustaba escuchar las historias de esos broches. Viajes a Roma, cafés en París, Bailes en España, Colectas en Argentina, El barrio de Colombia y mi preferida, su romance en Italia. Tenìa buenas historias para contar y en sus ojos se veìa el ansia de volver a la juventud siempre que relataba aquellas aventuras. La tía Maria era toda una dama,los labios color carmín y el abanico bordado en la mano derecha. Cuando tomaba café alzaba el meñique, se tapaba la boca coquetamente al reír, sonreía a todas las personas y su olor llenaba cualquier habitación que pisaba. A sus 70 años la vitalidad le brotada como presa desbocada de cada poro de su piel.
Mi abuela en cambio, era la más humilde de las cuatro. Su ropa sencilla y vieja, su cabello descuidado y cortado por ella, sus tenis, sus diademas que no combinaban y sus ojos, tan cansados. A veces cuando todas reían, veìa a mi abuela solamente mover la cabeza para no parecer fuera de lugar. No es que le importara mucho, pero cuando se daban cuenta de su apatía ella siempre decía que había perdido todo atisbo de esperanza y ganas de vivir cuando se murió el amor de su vida, el abuelo. Todos guardábamos un silencio incomodo al instante y la tía Marìa hacía algún comentario de sus gloriosos años para salvar aquella situación. Nadie hablaba mucho del abuelo porque a la abuela le entraba la tiricia y todos queríamos a la viejita con vida, así que evadíamos a toda costa ese tema, doloroso para todos.
La tía nunca se casó. Vivía en una enorme casa sola, tampoco tuvo hijos, solamente tenìa un perro llamado Clemente y un chofer. No me explicaba de donde tenìa tanto dinero si no trabajaba y en sus manos se notaba que nunca lo había hecho, aunque ese tampoco era un tema que se tocara en casa y yo nunca le di demasiada importancia, porque aunque tenìa mucha curiosidad,posiblemente mi madre se enojaría conmigo si descubría mis impertinencias, así que prefería dejarlo pasar.
Un día, estaba sentada viendo el televisor y la tía entró a mi cuarto. Pegué un brinco por la sorpresa y ella simplemente me sonrió. Se sentó al borde de la cama y comenzó a inspeccionar mi habitación. Estábamos en silencio, permanecimos de esa manera durante un rato y luego dijo: - Me gustan tus aves de papel, las había visto el otro día que no estabas en casa y dejaste la puerta abierta. Traje este bonito papel para que me hagas unas, quiero decorar la puerta de mi baño con una tira de estas aves.
Acepté con gusto, aunque con poca determinación por hacerlo. Siempre que iba hacerlo lo postergaba por alguna otra cosa y cuando la tía venia de visita me disculpaba usando la tarea de pretexto. Luego enfermó y yo pensé en ir a visitarla al hospital (después de todo no tenia una familia propia) y llevarle esas aves que le había prometido, pero siempre encontraba un buen pretexto para evitar ir al hospital. Pero.. esta mañana cuando me desperté me dijeron que había muerto. Y primero no pude entenderlo ni sentir nada, solamente dije: "que mal" seguí vistiéndome. Mi mamá que no esperaba ninguna respuesta dramática de mi, salió de la habitación, y yo me quedé ahí, haciendo nada. Luego tomé las hojas de papel y comencé a hacer las grullas, no se exactamente que pasó pero creo que cuando las terminé salì corriendo hacia el parque con las grullas en la mano, las arrojé a un árbol (mi árbol), esperaba que cobraran vida... me sentía tan mal que solamente pude quedarme ahí sentada, con las manos abiertas, como se espera un milagro. Cerré los ojos e imagine a la mujer elegante dedicándome una sonrisa por haber recibido sus aves de papel..

Idiota

Es fácil sentirte un completo idiota cuando quieres tanto a alguien. Y no hablo del tipo de idiota que dice cursilerias todo el tiempo, sino del tipo de idiota que se muestra en un cuadro mas depresivo, ese tipo de idiota de quien no aprecian el cariño, el tipo de idiota que te manda mensajes que no contestas, el tipo de idiota a quien le contestas secamente, el tipo de idiota que te escribe poemas que no te interesaría leer, el tipo de idiota que daría lo que fuera porque soñaras una vida a su lado (aunque no sea eterna), el tipo de idiota que te llora a escondidas y hace lo posible por verte sonreír, el tipo de idiota que se siente pequeño a tu lado, el tipo de idiota que te quiere ver enamorado. Ese es el tipo de idiota que trato de describir el tipo de idiota en la que a veces me convierto, la que tiene miedo de hacer que la dejes de querer. A la que lastimas sin darte cuenta, a la que haces feliz con lo mas poco. Hablamos de un concepto irracional, patético, inmaduro y completamente descompuesto.

Esta noche



Hay cosas que uno no puede curar con el tiempo, como las ganas de comerse las uñas cuando los nervios se te acumulan en los dedos de los pies o el dolorcito que le da al corazón cuando extrañas a alguien que has amado. Sigo en el mismo sitio y se que tu también, pero ya no nos buscamos porque un día cualquiera se nos metió la loca idea de que no nos eramos indispensables. Y tal vez era cierto.
Pero hoy estaba tomando café y me acorde que a ti te gustaba con mucha leche y me dio de igual manera por recordar que ya nos conocíamos de antes y tuve la ligera sospecha que allá donde estabas, también pensabas en mi. Pero no vamos a buscarnos, no vamos a decírnoslo, mejor nos vamos a aguantar los besos y a rascarnos las caricias, mejor vamos a seguir jugando a los adultos y a olvidarnos de como reír de verdad. Mejor vamos a ser estúpidos e incongruentes y vamos a tratar de llenar de mierda todo lo que podamos antes de aceptar que nos dedicaríamos mil noches como esta y que de nuestras ganas de volver solamente nos separa la puertita que construimos con nuestro orgullo.

Historias de familia

Esta es una foto de mi familia. El hombre más viejo que ven ahí, es mi abuelo Francisco. Yo desde que nací he vivido aquí en la Paz, pero él, al igual que sus padres y los padres de sus padres, vivió y creció en Querétaro. A mi abuelo le encanta contarnos anécdotas de su vida de aquellos tiempos y también de la vida del padre de su abuelo, Cecilio. Sé que es un nombre poco común, este nombre provenía de España. En el tiempo en que el padre de su abuelo era un niño como ustedes ¿Hace cuanto tiempo creen que haya sido? Si las cuentas no me fallan, fue hace un poco mas de 200 años, específicamente 1808. Y el México que hoy conocemos parecía de cuento de ficción en aquellos años, ni siquiera se llamaba así, todos lo conocían como La Nueva España. La anécdota que más le gustaba a mi abuelo contarnos como si el fuese el mismo Don Cecilio es la siguiente: ¡UH NO!.. En aquellos tiempos mijo, no cualquiera podía jugar con un trompo, a menos que fuera un niño rico, conocidos como guachupines para nosotros (así les llamábamos a escondidas a los españoles). Ellos jugaban no sólo con trompos, sino también con pelotas y loterías, mientras que nosotros teníamos que conformarnos con jugar a las correteadas o a esquivar las piedras cuando bien nos iba. Yo era bien burro y lo que me encantaba era andar correteando entre los pasillos de la casa de los Domínguez, esto, hasta que mi mamá me descubría y me pegaba unos coscorrones. Mi mamá se llamaba Juana, y trabajaba como sirvienta en esta casa. Y como ya dije, yo era bien burro, claro, hasta que conocí a Doña Josefa, la esposa del Corregidor del pueblo. Mi papá decía que la gente rica era muy mala, que a los indios como nosotros, los golpeaban, les quitaban su dinero y no los dejaban ir a la escuela, por eso es que yo no me hacia ilusiones. Pero Doña Josefa era muy buena conmigo, me enseño a leer y hasta me prometió que me iba ayudar para que pudiera ir a la escuela y para que mi papá ya no trabajara tanto y que hasta tendríamos nuestra propia casa.Ella quería cosas como esas para todos los indios del pueblo y demás gente que era muy pobre, y yo lo sé porque siempre los escuchaba hablar de cosas como esa detrás de la puerta, también sobre quitarle la corona a los españoles, debe haber sido una corona muy bonita, yo creo que la querían vender y de ahí darnos dinero a la gente pobre ¿O ustedes que creen? Lo decían en todas las reuniones de lectura que hacía en su casa, donde yo nunca vi que leyeran un libro. Hablando de eso, la primera vez que vi un libro, fue en una de esas reuniones. Las hacían una vez cada semana e iban muchos señores ricos cargando libros y que siempre fueron muy amables conmigo. Los fines de semana nos quedábamos a dormir mamá y yo en la casa del corregidor. Mi madre caía rendida en cuanto se acababa su turno y yo me escapaba por la ventana para andar de investigador en esa casa tan enorme. Doña Josefa me regalo como 4 libros después de enseñarme a leer, éramos amigos. Cuando descubrieron que me escondía a escuchar sus conversaciones, no me reprendieron como creí que lo harían, ni me acusaron con mi mamá, sólo me hicieron prometer que guardaría el secreto, pues decían que eso era una CONCIPACIÒN y nadie debía de descubrirlo ¿ustedes saben lo que es eso? Es cuando hablas en secreto con otras personas para hacer cosas sin que otros lo sepan porque ellos son injustos. Perdón, perdón, es conspiración. Bueno, esas conspiraciones eran entre muchas cosas para que los indios pudieran ir a la escuela y que a la gente ya no la trataran mal. A mí me ponía feliz eso de que ya no trataran mal a nadie y de que yo pudiera estudiar sobre el mundo en una escuela como lo hacían los presumidos guachupines.
Una noche estaba jugando entre los pasillos cuando escuché un caballo acercándose a la casa, me escondí entre las sombras a esperar que abrieran, pero nadie salió. Poco después el ruido se detuvo y yo corrí a asomarme a la puerta. Las dos de la mañana era muy tarde para una visita. Cuando abrí la puerta vi a un hombre muy elegante bajarse del caballo, y sin saludar rápidamente se acerco a mí, me tomó de los hombros y me dijo al oído:
- Niño, han descubierto lo que planeamos, ve y dile a tus patrones que tenemos que hacer algo ya o nos van a matar, ¡todo fue descubierto!. Me dio un empujón y cerró la puerta. Escuche el caballo alejarse,luego sentí que el cuerpo comenzó a temblarme y me dio un retortijón horrible en la panza. ¿Qué era lo que iba a pasar? ¿No podría ir ya a la escuela? ¿Qué podía hacer para que no mataran a Doña Josefa mi amiga?. Como pude camine apresurado hacia el cuarto de los patrones y antes de tocar la puerta inspiré profundamente. Entonces lo supe. El aire tenia un sabor obligado de cambio, antes de siquiera decirles lo que pasaba, yo ya sabía que todo lo que conocíamos iba a irse a la chingada. Lo que no sabìa era si para bien o para mal de nosotros.

Pasos

Tenia ganas de encontrarme. Entonces agarre y me fui a contar personas con zapatos rojos a la plaza (encontré curiosamente mas de 122), me compré un periódico y le corregí todas las faltas de ortografía y luego expresé mi arte con las personas fotografiadas en sociales, un poco de dientes negros y mostacho. Me aburrí y fui a buscar un libro revisando a escondidas el final de todos los que me agradaban (me quedé con el del final mas triste). Después girando llegué al muelle y me compré un helado que se cayó al suelo, que se comió un perro. Me probé muchos vestidos en una tienda olorosa a naranja, pero llena de gente mirona ( de cualquier manera ninguno me gustó). Salí corriendo hacia la playa a ver el crepúsculo y me guarde un pedacito de cielo en el bolsillo.Al final me quedé mirando mi reflejo hasta que encontré la razón por la cuál me había perdido. ¡Basta de tonterías! me dejé libre antes de perderte de vista otra vez.

L.

Secretos

Los secretos son un miembro descocido de nuestro cuerpo, una acción que esta escondida en nuestra pupila y que disfrutamos cuando estamos a solas o al contrario por las noches deseamos desaparezca. Y generalmente se guarda para no dañar a nadie, se finge para mantener una estabilidad, se traga para poder seguir adelante, se ignora para poder dormir.
Yo también guardo secretos, que me hacen feliz, que me avergüenzan, que me decepcionan, que me entristecen, que me arden..
Son cicatrices en este miembro mutilado que llevo bajo el ombligo, tan invisibles e insignificantes para todos los demás.

¿Para qué sirven los domingos?

Desde la primera vez que me di cuenta que las barbies ya no eran para mi, descubrí que los domingos eran como un secreto de vaquero. Y entonces me surgió la duda ¿Para que sirven los domingos?. Primero le pregunté a mi padre y me dijo: "Son para descansar" y lo veía todo el día tumbado en el sofá viendo televisión. Pero como solamente había fútbol, me pareció que mi papá estaba equivocado acerca de la utilidad de los domingos, así que le pregunte a mamá, y me dijo: "Son para dormir" y yo intenté estar todo el día acostada en la cama, y no pude pegar el ojo. Me dolía el cuerpo y de repente me entró una temblorina de energía por todo el cuerpo y tuve que pararme a correr por la casa para calmarme.
Mi mamá también estaba equivocada. Mi abuela me dijo que era nada mas para dejarlo pasar, como que frunció un poco las cejas al explicar su razón y yo comprendí que detestaba los domingos. Mi tío me dijo que eran un día cualquiera y que dejara de estar molestando a la gente. A nadie le gustan los domingos al parecer, como que en mi casa no quieren que existan. Todos hacen cosas para ignorarlo, para lamentarse por estarlo respirando o para no verlo pasar. Pobre Domingo. Estoy segura que si fuera una persona, estaría jodida.
A mi no me molestan mucho los domingos, a veces nada mas me roban las ganas, pero es por ese valor social que a uno le inculcan. De todas maneras, yo soy propietaria de una colección de momentos extraños y gustos excéntricos. De panza llena por comida china que no quita el hambre, de amigos que no sólo les falta un tornillo, sino piezas enteras y todos encontrados en el mismo sitio, en esos domingos sin razón de existir.

Sofí y las aves,

La mañana en que Sofia conoció por primera vez un ave estaba conmigo. La había llevado al patio de mi abuela a jugar y se me ocurrió meternos entre las plantas. Le enseñé que tienen olores y texturas y ella me respondía a todo con los gestos que hacia: cuando le pasaba una hoja grande de un helecho por la mejilla apretaba las manitas o su sonrisa después de oler una flor. Metimos las manos en la tierra y luego cuando no estaba mirando, ella arrojó un puñado de tierra hacia arriba e impresionada observó a la gravedad en acción. Se escondió de mi entre las plantas, confiada de que sus manitas cubriendo sus ojos la hacían inmune a cualquier cosa, estaba protegida. Mi pequeña Sofia ya va a cumplir dos añitos y yo quiero enseñarle todo el mundo, hasta las partes malas. Me levanto por ella, por mi hermana, por mi abuela y por cualquier persona que desee quitar un poquito de mierda del camino. Pero hay que empezar por aquí, por lo que esta en tus manos, sin esperar perfección. Hacerlo lo mas humanamente posible.

Juegos

Y entonces todo se acaba. Despiertas un día y sin deberla y sin temerla pierdes algo (o lo transformas) y algunas veces por perderlo, ganas algo. Y hoy yo perdí una extensión de mi infancia, chingado... No creí que me fuera a pegar así, que el baldío estuviera tan limpio y que el árbol donde jugaba de niña fuera derrumbado, no creí que fuera a afectarme. Llegue de la escuela y no estaba. Me quedé mirando el amontonadero de ramas en una esquina y empecé a recordar. Primero, el columpio que mi abuelo me construyo cuando iba en el kinder y que los abusones quisieron quitarme, las casas club que construimos, los remolques estacionados que nos servían de palacios o escenarios, los picapiedras, churrumais con miguelito y juguito de a peso, hielitos en la esquina, guerras de insultos con las bandas de la colonia, amistad, bicicletas motorizadas por un pau-pau, golpes en la rodilla, cabello despeinado, los super-sonicos,aventuras en pañales, pinki y cerebro,Hey Arnold, Animaniacs, Doug, Catdog, El perro cobarde, Monstruos, Ranma 1/2, Dragon balll a fuerzas con mis primos cuando perdía el volado, amigos x siempre, aventuras en el tiempo y cómplices al rescate (yo siempre era mariana). La Citlali,el Omas, el Bruno, la Tati, el Chato, la Cindy, el llanta quemada, el Isai tan bonito (y ahora un muchacho gordito que pasa enchinga a la casa de la Chona) La Bianca (que ya ni me habla). Los bailes en la ramada de mi abuela, las cenas que organizabamos (sabritas y chicles con chamoy), mangos verdes a escondidas, saltos en la cama, caritas de yo no fui. El juego de los hoyitos, las escondidas, la cola del diablo, la cebollita con el Obed, que era el muchacho grande que me traía locamente enamorada. Siempre será mi primer amor. Y no de esos que te duelen, ¡ay no! a mi me dolían los golpes que me acomodaba por andar trepada en las matas, eso si era dolor.
Las pijamadas, las barbies, el encuentro con las revistas pornográficas de algún tío bajo el colchón, pero sobre todo esa pinche casita en el arbol. Eran palmas, un colcho viejo y cosas robadas de nuestra casa. Y ninguna cosa mas nos hacia falta.
Voy a extrañar mucho esa parte de mi que no sabia que tenia. Ahora tengo miedo de no tener un incentivo para recordar mi infancia en la colonia cuando envejezca. Que si llego a tener 50 años no recuerde ese columpio, o como era mi abuelo, que no recuerde lo que se sentia estar llena de aceite por jugar entre las maquinas, que raro, creo que por eso lo estoy escribiendo, para dibujar el recuerdo de ese árbol lo mas exacto que pueda, ese mismo árbol que por tantos años cuando crecimos quedo arrumbado y nadie pela, pero que sin mas guardaba imágenes de aquellos años de cara embijada, peste a chivo correteado y rodilla con curita.


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Infinito

Tenia las ganas puestas en el cielo y la temperatura de su mano me indicaba sin tener que mirarlo de reojo, que sentía lo mismo. Me quite los zapatos con mucha lentitud, uno por uno. Sentí el fresco de la tierra: húmeda, vivida; entonces de un movimiento me puse de puntitas y pude divisar mejor el horizonte. Sonreí al oler su infinito. Ya no había nada mas que hacer y no queríamos nada mas tampoco, mis ojos se embriagaron de ese azul intenso y fije mi mirada hacia otra parte como queriendo asimilar ese pequeño episodio que nos encontrábamos viviendo.
Aun teníamos las manos entrelazadas y el me miró con esos gigantes círculos grises que nos habían llevado hasta ahí, el tenia una de esas miradas que lo dicen todo y eso era lo único con lo que podíamos hablar tan seguros de lamernos el alma. Me sonrió como adivinando algo y echamos a correr. Nunca había corrido con tanta desesperación, con tantas ganas, ni cuenta me di de que estaba descalza. Tuvimos que detenernos al estar a unos cuantos centímetros para tomar un poco de aire y yo me asegure de que su ritmo cardíaco se estabilizara . Cuando estuvo listo lo tomé entre mis brazos y lo coloque en la cestilla, tuvo un poco de miedo cuando lo solté, pero asentí con la cabeza y le acaricie la oreja izquierda para tranquilizarlo, como lo había hecho siempre.
Cuando estuve de su lado el corazón comenzó a pelear por salirse de mi cuerpo. No dolía y aunque temblaba, estaba disfrutando de aquello de que por fin seriamos aves. Hice todo lo necesario para echar a andar aquella simple maquinaria. Ya había estudiado con anterioridad todo lo referente al viaje, así que eso me hacia sentir mas segura. De pronto comencé a sentir mis pies ligeros y note que el suelo ya quedaba muy por debajo de nosotros. Nos volteamos a ver sorprendidos y sacando las manos por la canastilla comenzamos a volar. Ya todo podía terminar como debía, ya era justo.
Después de ver el atardecer nos tiramos en el piso de aquella canasta y empezamos a ver aparecer una a una las estrellas. Tome su mano de nuevo y comencé a llorar de felicidad. El me miro con tanta fuerza a través de la obscuridad, con tantas palabras en sus pupilas que me quede boquiabierta escuchándolo. Cuando termino aquel discurso cerro sus ojos y supe que ahora el infinito se lo había tragado de una tajada. Me quede ahí, pasmada, aun con su mano inerte enlazada a la mía y cantando en voz baja su canción favorita, aquella con la que muchas veces nos salvamos de la vida.

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Por esto.

¿Pero por lo menos hubo algo no? Aunque la gente nunca sepa que me escribiste un poema y lloraste por mi, tu y yo lo sabemos. Aunque nadie sepa que te dedique la luna en ese momento cuando estaba mas bella y plena, ni eso de que tu viniste a buscarme mas de una vez solo para verte en mi. 
Lo sabes, bien sabes que platicamos mas de un día entero y nos inventamos una vida juntos. Que tomamos un café mientras te peinaba las pestañas y dibujabas con tus manos sobre mis cabellos cuando no me daba cuenta. Ahí estuvimos y a veces lo sueñas todavía, me dejas en pausa y yo ando por ahí haciendo lo mismo, porque es fácil. Con todo este amor atado en la mano como una pulsera, esto que no duele, que no daña, que parece invisible pero que tu y yo sabemos esta ahí, roto, sin terminar, medio cocido, a punto de cuajarse, esperando verte aquí por mi.


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miércoles, 27 de febrero de 2013

Nada

No tengo nada. Tengo las manos vacías, no tengo ni techo propio ni lucho por mis sueños como debiera, pero eso si, tengo miles de insomnios acumulados y un cesto lleno de confesiones. Tengo un atardecer muy naranja atorado en la espalda, tengo la vista perdida allá en aquellos tiempos felices que vivimos, tengo ganas de cantar llorando y correr hasta que me ardan las plantas de los pies. Tengo la loca idea de oírte cantar algo que solo hable de mi, y de llorarte hasta que me quieras de nuevo. Tengo una botella llena de mentiras que dije para no herir a los que amo y un montón de colillas de tiempo perdido debajo del colchón. Tengo una televisión que nunca escucho, porque no me interesa lo que tiene que decir, tengo unos dedos que nunca escriben "perdón" y un par de zapatos tristes por que nunca viajan en dirección a tu cama. Pero de todas las cosas que tengo hay una que es la que mas me gusta. Te tengo a ti guardadito donde nadie pueda jamas descubrirte, tan resguardado del mundo y hasta de mi en aquellas horas donde me da por gritar tu nombre como creyendo que pudieras volver. Como si un día cualquiera fueras a llegar corriendo pidiendo por mi y me prometieras cosas tontas como la eternidad.


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Te amo

Luego la gente a uno le enseña que el final debe ser doloroso, que hay tristeza embadurnada en el aire pegajoso y que los mocos son la cereza de cualquier adiós. Y entro al tema, porque curiosamente me ha venido dando vueltas esta palabra en mi cabeza "Final" ¿Es que siempre debe uno pensar en la nada? Yo no la anhelo, por eso no me gustan los finales, pero tampoco invento palabras para sopesar la pena, como muchos otros: "nuevo comienzo" por citar el ejemplo mas concurrido.
Yo no pienso en los finales, ni creo que se transformen cuando existen, ni creo que merezcan llamarse de otra manera, darle un sinónimo es quitarle realismo.
Tal vez, la gente tiene muy poca imaginación para verlos. Posiblemente así sea. Porque te digo que a uno siempre le enseñan que un buen final es aquel en el que sales chillando como queriéndote morir. No como un final en el que uno fija las ganas hacia otra parte. Digo, nada mas para que sepas que cuando te vayas todavía voy a poder reír. Y no voy a creer lo contrario, ya lo vimos juntos en alguna película una vez: "A ella le impresionaba lo lento que crecía su cabello y lo rápido que podía cortarlo". Como los instantes que uno comparte, tan casuales, tan místicos, como eso del destino, como chasquear los dedos entre una canción y descubrir que has mejorado el ritmo. Pero el final es como verse al espejo mutilado y creerlo, eso es. Saberte que entre todo eso, aun sigues siendo por la mañana ese dedito en el acta de nacimiento del hospital. No olvidarte de tu nombre pase lo que pase, ni de donde eres, ni quien te ama. Sobre todo lo ultimo 
Yo no pienso en los finales, ni creo que se transformen cuando existen, ni creo que merezcan llamarse de otra manera, darle un sinónimo es quitarle realismo.Tal vez, la gente tiene muy poca imaginación para verlos. Posiblemente así sea. Porque te digo que a uno siempre le enseñan que un buen final es aquel en el que sales chillando como queriéndote morir. No como un final en el que uno fija las ganas hacia otra parte. Digo, nada mas para que sepas que cuando te vayas todavía voy a poder reír. Y no voy a creer lo contrario, ya lo vimos juntos en alguna película una vez: "A ella le impresionaba lo lento que crecía su cabello y lo rápido que podía cortarlo". Como los instantes que uno comparte, tan casuales, tan místicos, como eso del destino, como chasquear los dedos entre una canción y descubrir que has mejorado el ritmo. Pero el final es como verse al espejo mutilado y creerlo, eso es. Saberte que entre todo eso, aun sigues siendo por la mañana ese dedito en el acta de nacimiento del hospital. No olvidarte de tu nombre pase lo que pase, ni de donde eres, ni quien te ama. Sobre todo lo ultimo 
Yo no pienso en los finales, ni creo que se transformen cuando existen, ni creo que merezcan llamarse de otra manera, darle un sinónimo es quitarle realismo.Tal vez, la gente tiene muy poca imaginación para verlos. Posiblemente así sea. Porque te digo que a uno siempre le enseñan que un buen final es aquel en el que sales chillando como queriéndote morir. No como un final en el que uno fija las ganas hacia otra parte. Digo, nada mas para que sepas que cuando te vayas todavía voy a poder reír. Y no voy a creer lo contrario, ya lo vimos juntos en alguna película una vez: "A ella le impresionaba lo lento que crecía su cabello y lo rápido que podía cortarlo". Como los instantes que uno comparte, tan casuales, tan místicos, como eso del destino, como chasquear los dedos entre una canción y descubrir que has mejorado el ritmo. Pero el final es como verse al espejo mutilado y creerlo, eso es. Saberte que entre todo eso, aun sigues siendo por la mañana ese dedito en el acta de nacimiento del hospital. No olvidarte de tu nombre pase lo que pase, ni de donde eres, ni quien te ama. Sobre todo lo ultimo .


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Hacer.

¿Puedes intentar no acostumbrarte a mi?
-Claro. Podría intentar con todas mis fuerzas no acostumbrarme a ninguna persona de las que me rodean. Me dejaría en la cabeza en todo momento la idea que somos pasajeros y momentáneos, que chocamos por algunos instantes por mero efecto mariposa y que un segundo cualquiera de pronto se tendrán que ir, que no vale la pena quedarse con la esperanza marchita. 
Podría repetir medio sonámbula todas las madrugadas algunas palabras que me ayuden a llevar acabo mi cometido y cuando me tiente el deseo de dejarme llevar, darme un pellizco para no caer en la fantasía mercantil que ofrecen los carteles publicitarios que hablan de la felicidad eterna.

Posiblemente de hacer eso cuando te fueras no iba a sufrir. Pero siendo franca se que de igual manera, posiblemente todo ese tiempo que nos queda por compartir juntos estaría tan preocupada por no acostumbrarme a ti, que me terminaría acostumbrando a todas las noches obligarme a no pensar en ti como algo mas allá de lo superfluo, a no creer que existimos en la mutualidad de este cariño. Con certeza predigo que me arrepentiría de no habérmelo creído. Entonces después me veré sola y demacrada frente al espejo ansiando ver tus manos en mi portón.
Me volvería extraña a lo que conozco. Me comería las uñas de los dedos hasta sangrar, los mocos, incluso hasta el cabello. Dejaría de ducharme, daría patadas al aire, piruetas en la cama, golpes en la cabeza, discos rayados, cartas rotas, vomito, vomito por doquier ... Todo el amor que ignore en este tiempo me saldría a borbotones por cualquier vía de escape posible en ese preciso instante.
Uno debe ser mas inteligente que eso. De ese modo, te diré que la costumbre para mi es algo inevitable y que por inercia en la frecuencia de compartir el alma sucede. Así que jugar a hacerse el fuerte no serviría de nada en una situación como la nuestra. Mejor berrear, sonreír, hacer rabietas de locura entre tus codos, llenarte de palabras, darte cada día una cajita con cosas invisibles, cosas nuevas hasta para mi. Hacer que veas mi alma desnuda, mis sentimientos tan susceptibles, a mi queriéndote sin temor. Que sepas que me va a doler cuando te vayas y que sepas también que no me voy a morir. Que veas lo viva que me siento aquí. Que sepas por ultimo que mi tarea ahora que no estés no sera rellenar tu espacio con lo que sea que primero se me atore entre las manos, mas bien será mirarme a mi misma y recoger lo que este por los suelos. Acostumbrarse no es tan malo. El problema viene de la negación letal y profunda de pensar siquiera en alejar la vista de ese recuerdo grato y cómodo, el problema será la incertidumbre de no saberte, de no besarte, de no querer tumbar los muros que construimos.
Pero tu y yo ya sabíamos desde el momento justo en que nos cruzamos por la calle, que solo compartiríamos un fragmento de nuestra juventud. Y que si te espero o vivieras esperando la oportunidad para volver a buscarme, nos perderíamos de las cosas que en lo incierto pudiéramos encontrar. Así que no me pidas no acostumbrarme, porque así será y posiblemente un Martes a las 6:30 de un invierno cualquiera, te detendrás de golpe en cualquier sitio en el que estés y recordarás que ese es mi momento preferido del día para vivir.

Hablemos de tú.

Como no me muero o te mueres, te partes en mil, te evaporas, te disuelves, se me cae la cabeza o pierdo todos los sentidos. Como no  me comen las hormigas.
 Como no te das la vuelta y me dejas en paz, como no te doy un buen golpe en la cara, como no me gritas todas las groserías que te sepas, me arrancas los cabellos y me tiras al suelo. ¿Por qué no eres un poco mas normal?, tanta bipolaridad me asquea, ojala hicieras algo que le pusiera fin a esto, o tratáramos de empezar otra vez. ¿Para que hacerlo? me tienes jodida, me estas consumiendo, como no me tiro un balazo, como no me convences de hacer las cosas de la mejor manera y por los dos, como no eres amable conmigo, un poquito aunque sea ¿porque no me tratas como si me quisieras? ¿Por qué  no me prestas atención, escúchame, entiéndeme, también siento, digo, por si no te habías dado cuenta .

Less.

Decir adiós.

Te fuiste, adiós.
 Al final no pude darte un abrazo como el de esta fotografía, al final no tuve una historia como para mandar a un programa de televisión o escribir una novela romántica, al final solo tuve tu sonrisa en mi cabeza y las fotos de aquella vez que salimos a bailar. Me quedé con los dedos en el teclado, traspasando la carta que te había escrito, tendí sobre la cama cada recuerdo tuyo y elegí los mas felices para regalártelos todos. Tomé las cosas que alguna vez soñamos juntos y las guarde en una cajita bajo mi buró. Todo era tan invisible  que mis ojos se llenaron de lágrimas. 
 Me lamenté por no haber tenido más tiempo. 
Se que estaremos a miles de calles de distancia, que tendrás otros amigos y te crecerán los sueños, que  estamos creciendo y  que no con la ausencia se van borrando las personas y suenan más a mentira los "te quiero".
 Los días que me regalaste dan vueltas inquietos por mi cabeza, asemejan el agua en curva. Uno detrás de otro me asaltan, como una película de cine de arte en sepia que de fondo tiene la canción que tanto te gustaba y me tarareaste aquél día en los columpios. En esos recuerdos siempre estas sonriendo, si me esfuerzo lo suficiente, te veo observándome y de repente puedo sentir el olor a jabón llenando mi habitación. Es probable que no nos veamos en muchas noches, pero tendremos la noche aun. Es probable que me vuelva algo borroso, como una mancha, algo parecido al agua cuando cae al suelo y después se desvanece, porque al final se tiene que secar. 
Pero me quedo con lo que fuimos, que al final no fue nada, pero fue nuestro, y tu y yo lo sabemos bien, no tiene muchas explicaciones, porque jamás las necesitamos. Porque me basto siempre con tener tus pestañas cerca, tan cerca como para de tanto mirarlas  memorizarlas y tener la certeza de que podría hacerte un dibujo de ellas muy bonito, tan bonito que lo pegarías  en la pared de tu habitación o lo tendrías cerca a tu espejo, que lindas pestañas tienes.

Veo por la ventana y afuera todo esta en calma. Espero algún estés parado en la acera  mirando a mi ventana, con una caja de  historias, con experiencias, con ganas de abrazarme. Y yo saldré a encontrarte, porque no dudo que el hecho de que te hayas cruzado en mi camino sea el que en este minuto me abraza y me dice al oído que la despedida no llego el día de hoy y no a manera de consuelo, si no firme, certero, marcando la realidad y regalándome un poquito de esperanza.

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Un día todo cambia.

-Llegas tarde.- Comenté molesto desde mi sitio de siempre.-Tu has llegado temprano, que es diferente.- dijo encogiéndose de hombros.- Yo llegué en el momento justo que nos pertenece. -Comenzó a danzar por la habitación a la vez que decía:Que pequeña se ve mi alcoba desde el recuerdo de mi ultimo vistazo a ella. Con su piso viejo y manchado, donde mas de una vez me acosté a sentir como el invierno lo helaba. Y estas paredes, que anteriormente estaban llenas de fotografías de los viajes de verano y los días de playa. ¿Recuerdas el paseo nocturno que dimos en Guanajuato? Ese callejón del beso lleno de bendiciones nuestro cariño.-No fueron suficientes bendiciones.- dije entre dientes y sin mirarla.-Claro que sí, no puedo esperar el día que dejes de ser tan negativo. La ventana del centro se volvió mi lugar favorito de la habitación cuando descubrí que tu podías trepar por ella.- Esos fueron los mejores besos. Aunque tu habitación no es tan pequeña como dices, la veo bastante amplia, aquí podría vivir de lo más cómodos toda una familia de asiáticos.-Es que yo veo la veo ausente de mi. Voy a extrañar mucho lo que aquí vivimos.-Yo también extrañare tu habitación.¿Que era lo que mas te gustaba?.- Preguntó con mucha curiosidad y con aire aniñado.- No pude evitar sonreír mientras respondía. - Tu en ella. tu besándome, tu mirándome desde la silla de tu escritorio, tu tirándome besos desde la ventana , tu desnuda caminando por la habitación y cantando canciones francesas mal pronunciadas. tu despertándome a besos. Estoy segura que sí tu habitación tuviera una voz dentro de esta conversación te pediría que volvieras porque te extrañará mucho.-¿Tu me extrañarás?-Siempre, por eso sigo viniendo aquí a verte, después de todo lo que ha sucedido y la forma en que has lastimado mi vida.-Cuando comienzas a decir esas cosas te odio un poquito,ya no recuerdo esos días, ¿sabes?. Pero creo que es tiempo que te marches, ni siquiera puedes quedarte a  tomar café o a darme un beso. como sea, solamente quería despedirme, porque algunas veces te quise y siempre me gustó que me amarás y escribieras todas esas cartas. -Eres cínica.-Es encantador que lo menciones entre nuestras últimas palabras, eso es algo que todo el mundo sabe. ¿Así es como vas a despedirte? Esperaba tal vez una poesía o una escena con mucho drama como las de la televisión en los finales de esas estúpidas novelas.-No vine a despedirme, porque se bien que te irás contigo, vine a confirmar que te irás igual de podrida y a desear que nunca regreses. Quiero que lo sepas, yo te amo, pero ya no voy a morir más por ti.Me paré aunque temblaba, intentando verme decidido, caminé por la puerta y la escuché llorar, pero no podía detenerme, ya no iba a hacerlo. 

Algo en mí se sentía como nunca desde que había decidido amarla.



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