Y entonces todo se acaba. Despiertas un día y sin deberla y sin temerla pierdes algo (o lo transformas) y algunas veces por perderlo, ganas algo. Y hoy yo perdí una extensión de mi infancia, chingado... No creí que me fuera a pegar así, que el baldío estuviera tan limpio y que el árbol donde jugaba de niña fuera derrumbado, no creí que fuera a afectarme. Llegue de la escuela y no estaba. Me quedé mirando el amontonadero de ramas en una esquina y empecé a recordar. Primero, el columpio que mi abuelo me construyo cuando iba en el kinder y que los abusones quisieron quitarme, las casas club que construimos, los remolques estacionados que nos servían de palacios o escenarios, los picapiedras, churrumais con miguelito y juguito de a peso, hielitos en la esquina, guerras de insultos con las bandas de la colonia, amistad, bicicletas motorizadas por un pau-pau, golpes en la rodilla, cabello despeinado, los super-sonicos,aventuras en pañales, pinki y cerebro,Hey Arnold, Animaniacs, Doug, Catdog, El perro cobarde, Monstruos, Ranma 1/2, Dragon balll a fuerzas con mis primos cuando perdía el volado, amigos x siempre, aventuras en el tiempo y cómplices al rescate (yo siempre era mariana). La Citlali,el Omas, el Bruno, la Tati, el Chato, la Cindy, el llanta quemada, el Isai tan bonito (y ahora un muchacho gordito que pasa enchinga a la casa de la Chona) La Bianca (que ya ni me habla). Los bailes en la ramada de mi abuela, las cenas que organizabamos (sabritas y chicles con chamoy), mangos verdes a escondidas, saltos en la cama, caritas de yo no fui. El juego de los hoyitos, las escondidas, la cola del diablo, la cebollita con el Obed, que era el muchacho grande que me traía locamente enamorada. Siempre será mi primer amor. Y no de esos que te duelen, ¡ay no! a mi me dolían los golpes que me acomodaba por andar trepada en las matas, eso si era dolor.
Las pijamadas, las barbies, el encuentro con las revistas pornográficas de algún tío bajo el colchón, pero sobre todo esa pinche casita en el arbol. Eran palmas, un colcho viejo y cosas robadas de nuestra casa. Y ninguna cosa mas nos hacia falta.
Voy a extrañar mucho esa parte de mi que no sabia que tenia. Ahora tengo miedo de no tener un incentivo para recordar mi infancia en la colonia cuando envejezca. Que si llego a tener 50 años no recuerde ese columpio, o como era mi abuelo, que no recuerde lo que se sentia estar llena de aceite por jugar entre las maquinas, que raro, creo que por eso lo estoy escribiendo, para dibujar el recuerdo de ese árbol lo mas exacto que pueda, ese mismo árbol que por tantos años cuando crecimos quedo arrumbado y nadie pela, pero que sin mas guardaba imágenes de aquellos años de cara embijada, peste a chivo correteado y rodilla con curita.
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