No tengo nada. Tengo las manos vacías, no tengo ni techo propio ni lucho por mis sueños como debiera, pero eso si, tengo miles de insomnios acumulados y un cesto lleno de confesiones. Tengo un atardecer muy naranja atorado en la espalda, tengo la vista perdida allá en aquellos tiempos felices que vivimos, tengo ganas de cantar llorando y correr hasta que me ardan las plantas de los pies. Tengo la loca idea de oírte cantar algo que solo hable de mi, y de llorarte hasta que me quieras de nuevo. Tengo una botella llena de mentiras que dije para no herir a los que amo y un montón de colillas de tiempo perdido debajo del colchón. Tengo una televisión que nunca escucho, porque no me interesa lo que tiene que decir, tengo unos dedos que nunca escriben "perdón" y un par de zapatos tristes por que nunca viajan en dirección a tu cama. Pero de todas las cosas que tengo hay una que es la que mas me gusta. Te tengo a ti guardadito donde nadie pueda jamas descubrirte, tan resguardado del mundo y hasta de mi en aquellas horas donde me da por gritar tu nombre como creyendo que pudieras volver. Como si un día cualquiera fueras a llegar corriendo pidiendo por mi y me prometieras cosas tontas como la eternidad.
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