Esta es una foto de mi familia. El hombre más viejo que ven ahí, es mi abuelo Francisco. Yo desde que nací he vivido aquí en la Paz, pero él, al igual que sus padres y los padres de sus padres, vivió y creció en Querétaro. A mi abuelo le encanta contarnos anécdotas de su vida de aquellos tiempos y también de la vida del padre de su abuelo, Cecilio. Sé que es un nombre poco común, este nombre provenía de España. En el tiempo en que el padre de su abuelo era un niño como ustedes ¿Hace cuanto tiempo creen que haya sido? Si las cuentas no me fallan, fue hace un poco mas de 200 años, específicamente 1808. Y el México que hoy conocemos parecía de cuento de ficción en aquellos años, ni siquiera se llamaba así, todos lo conocían como La Nueva España. La anécdota que más le gustaba a mi abuelo contarnos como si el fuese el mismo Don Cecilio es la siguiente: ¡UH NO!.. En aquellos tiempos mijo, no cualquiera podía jugar con un trompo, a menos que fuera un niño rico, conocidos como guachupines para nosotros (así les llamábamos a escondidas a los españoles). Ellos jugaban no sólo con trompos, sino también con pelotas y loterías, mientras que nosotros teníamos que conformarnos con jugar a las correteadas o a esquivar las piedras cuando bien nos iba. Yo era bien burro y lo que me encantaba era andar correteando entre los pasillos de la casa de los Domínguez, esto, hasta que mi mamá me descubría y me pegaba unos coscorrones. Mi mamá se llamaba Juana, y trabajaba como sirvienta en esta casa. Y como ya dije, yo era bien burro, claro, hasta que conocí a Doña Josefa, la esposa del Corregidor del pueblo. Mi papá decía que la gente rica era muy mala, que a los indios como nosotros, los golpeaban, les quitaban su dinero y no los dejaban ir a la escuela, por eso es que yo no me hacia ilusiones. Pero Doña Josefa era muy buena conmigo, me enseño a leer y hasta me prometió que me iba ayudar para que pudiera ir a la escuela y para que mi papá ya no trabajara tanto y que hasta tendríamos nuestra propia casa.Ella quería cosas como esas para todos los indios del pueblo y demás gente que era muy pobre, y yo lo sé porque siempre los escuchaba hablar de cosas como esa detrás de la puerta, también sobre quitarle la corona a los españoles, debe haber sido una corona muy bonita, yo creo que la querían vender y de ahí darnos dinero a la gente pobre ¿O ustedes que creen? Lo decían en todas las reuniones de lectura que hacía en su casa, donde yo nunca vi que leyeran un libro. Hablando de eso, la primera vez que vi un libro, fue en una de esas reuniones. Las hacían una vez cada semana e iban muchos señores ricos cargando libros y que siempre fueron muy amables conmigo. Los fines de semana nos quedábamos a dormir mamá y yo en la casa del corregidor. Mi madre caía rendida en cuanto se acababa su turno y yo me escapaba por la ventana para andar de investigador en esa casa tan enorme. Doña Josefa me regalo como 4 libros después de enseñarme a leer, éramos amigos. Cuando descubrieron que me escondía a escuchar sus conversaciones, no me reprendieron como creí que lo harían, ni me acusaron con mi mamá, sólo me hicieron prometer que guardaría el secreto, pues decían que eso era una CONCIPACIÒN y nadie debía de descubrirlo ¿ustedes saben lo que es eso? Es cuando hablas en secreto con otras personas para hacer cosas sin que otros lo sepan porque ellos son injustos. Perdón, perdón, es conspiración. Bueno, esas conspiraciones eran entre muchas cosas para que los indios pudieran ir a la escuela y que a la gente ya no la trataran mal. A mí me ponía feliz eso de que ya no trataran mal a nadie y de que yo pudiera estudiar sobre el mundo en una escuela como lo hacían los presumidos guachupines.
Una noche estaba jugando entre los pasillos cuando escuché un caballo acercándose a la casa, me escondí entre las sombras a esperar que abrieran, pero nadie salió. Poco después el ruido se detuvo y yo corrí a asomarme a la puerta. Las dos de la mañana era muy tarde para una visita. Cuando abrí la puerta vi a un hombre muy elegante bajarse del caballo, y sin saludar rápidamente se acerco a mí, me tomó de los hombros y me dijo al oído:
- Niño, han descubierto lo que planeamos, ve y dile a tus patrones que tenemos que hacer algo ya o nos van a matar, ¡todo fue descubierto!. Me dio un empujón y cerró la puerta. Escuche el caballo alejarse,luego sentí que el cuerpo comenzó a temblarme y me dio un retortijón horrible en la panza. ¿Qué era lo que iba a pasar? ¿No podría ir ya a la escuela? ¿Qué podía hacer para que no mataran a Doña Josefa mi amiga?. Como pude camine apresurado hacia el cuarto de los patrones y antes de tocar la puerta inspiré profundamente. Entonces lo supe. El aire tenia un sabor obligado de cambio, antes de siquiera decirles lo que pasaba, yo ya sabía que todo lo que conocíamos iba a irse a la chingada. Lo que no sabìa era si para bien o para mal de nosotros.
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